martes, 28 de febrero de 2017

7.

Después de la comida volvimos a la Torre del Reloj y, por una de sus puertas, dejamos la Ciudad Amurallada para cruzar la Avenida Venezuela y conocer la Plaza Cervantes, el Parque del Centenario, el Muelle de los Pegasos y el Camellón de los Mártires. Esta parte de la ciudad es moderna, con elevados edificios, flujo vehicular intenso y transporte público a base de macrobús. Resulta increíble que apenas a un par de cuadras, al interior de la Ciudad Amurallada, la arquitectura y el ritmo de la vida cotidiana sean completamente distintos. Incluso, conforme va cayendo la noche, la parte antigua de Cartagena va poblando sus calles, sus parques y plazas de cientos de turistas y cartageneros que salen a disfrutar del clima templado en un ambiente de fiesta, caminando o sentados a una mesa de terrazas de bares y cafés y restaurantes. En esos días que estuvimos allá, un incentivo más movía a la genta a la calla: la iluminación navideña que los locales llaman “alumbrado”.


Entrada al Parque del Centenario, Puerta La República.

Camellón de los Mártires.

Muelle de los Pegasos.

La Torre del Reloj por la noche.

lunes, 27 de febrero de 2017

6.

Pese al cansancio de dos vuelos que duraron aproximadamente siete horas, y de la noche previa sin dormir, apenas nos instalamos en el hotel, Nora y yo salimos a caminar por la ciudad en busca de un planito que nos ayudara a localizar los sitios de mayor interés que llevábamos en una lista.

Esta primera caminata por la Ciudad Amurallada de Cartagena nos llevó a conocer el Portal de los Dulces -a donde daba la puerta del Hotel-, la Plaza de los Coches -frente al Hotel- y la Torre del Reloj atravesando la Plaza mencionada. Caminando un tanto sin rumbo, llegamos al Parque de Bolívar, una arbolada plaza presidida en el centro por el monumento ecuestre del Libertador sudamericano, y donde tomamos un respiro y Nora compró un sombrero. Alrededor del parque, la Catedral de Santa Catalina de Alejandría, el Museo del Oro Zenú, lo que fue el Palacio de la Inquisición y un edificio del Banco de la República. Dejamos las fotos para más tarde y continuamos nuestra búsqueda del planito que conseguimos en un módulo de turismo ubicado en la Plaza de la Aduana, por donde habíamos pasado en el taxi al llegar, hacía unas tres horas.


Con recomendaciones de las empleadas de la Oficina de Turismo, fuimos en busca, ahora, de un restaurante donde comer. Era ya tarde para la costumbre colombiana, pero por suerte encontramos uno abierto que cerró casi en cuanto llegamos. Se llama San Valentín, y a un lado nuestro preparaban una mesa para una cena romántica que algún enamorado había solicitado.

La vida cotidiana en el Parque de Bolívar, 2.

La vida cotidiana en el Parque de Bolívar.

Monumento a Simón Bolívar.

Torre del reloj.