lunes, 27 de marzo de 2017

13.


Aproximadamente a las once y media, ya caminábamos por el muelle en busca del transporte que nos llevaría a Bocachica. En los días anteriores habíamos recabado la información acerca de que era posible que hiciésemos el viaje por nuestra cuenta, a un costo menor que si tomáramos una excursión. Para hacerlo, debíamos encontrar la terminal que empleaban los lugareños para hacer sus traslados. A base de preguntas de mi esposa, la hallamos. Conseguimos en la taquilla los boletos y nos acercamos al sitio del que partían las lanchas. Varias de estas embarcaciones aguardaban vacías, meciéndose sobre el mar, bajo un sol radiante. Los jóvenes que las conducen nos indicaron cuál estaba a punto de salir, y nos invitaron a abordarla. Pronto quedó bien claro que nosotros éramos turistas, no sólo por la indumentaria sino también por la torpeza con que ocupamos nuestros lugares. Para que cualquier lanchita salga, es necesario un número mínimo de pasajeros, que se acomodan uno junto a otro sin que quede espacio entre ellos. Cuando el cupo está completo, parte la embarcación que va despacio mientras se aleja del muelle, pero que una vez que alcanza el mar abierto, acelera dando tumbos que le provocan las olas. En esta carrera frenética no es raro que desde popa se levante el resto de una ola y caiga sobre los pasajeros. Después de veinte minutos que parecieron más, pisamos tierra en Bocachica.

viernes, 17 de marzo de 2017

12.

Al concluir el segundo día en Cartagena, hicimos un recuento de lo conocido y de lo que aún faltaba por conocer en la Ciudad Amurallada. En realidad sólo nos faltaba el Baluarte de Santo Domingo y pasar de nueva cuenta al Parque de Bolívar para tomar fotos del que fue el Palacio de la Inquisición, y a la Plaza de Santo Domingo para fotografiar a la Gorda Gertrudis, una obra de Fernando Botero que donó a la Ciudad. Resolvimos visitar estos lugares durante las primeras horas del día siguiente, y después abandonar la Cartagena Amurallada y embarcarnos a Bocachica, una población ubicada en la Isla de Tierra Bomba, cuyo principal atractivo es el Fuerte de San Fernando, que Nora conoció cuando estuvo allá.


Luego de desayunar en el hotel, salimos con rumbo al Baluarte de Santo Domingo y, de paso, al Parque de Bolívar y a la Plaza del Santo Domingo. Poco antes de las diez y media estuvimos en el Parque, y quince minutos después en la Plaza mencionada. Muy cerca de las once llegamos al Baluarte que, desde luego, forma parte de la muralla. Desde él se tiene una vista inmejorable del mar y, a la distancia, del conjunto de rascacielos de la Cartagena moderna.

Ex Palacio de la Inquisición.

Carrera 4ª.

Templo de Santo Domingo.

La Gorda Gertrudis.

Plaza de Santo Domingo.

Baluarte de Santo Domingo.

Costa desde el Baluarte de Santo Domingo.