8.
Al ingresar de nuevo a la
Ciudad Amurallada, la noche había caído por completo y los paseantes en la
Plaza de los Coches se habían multiplicado. Asimismo observamos una larga fila
de calandrias que llegaban y volvían a salir con nuevos pasajeros. Un vendedor
de estos servicios se acercó a nosotros y nos ofreció el paseo “en un coche”.
Entonces nos dimos cuenta de dónde había venido el nombre de la Plaza. Desoyendo
al vendedor caminamos por la Plaza hasta alcanzar, en una cuadra, la Plaza de
la Aduana, adornada en el centro con un altísimo árbol navideño y decenas de
hilos de luces que partían de su punta y terminaban en lo alto de las fincas
que rodean la plaza, dándonos la impresión, a ratos, de encontrarnos bajo un
techo de luces. Resueltos a tomar un paseo en calandria, volvimos a la Plaza de
los Coches y tomamos uno que nos llevó por las calles céntricas atestadas de
gente y de adornos y luces navideñas. Nos sorprendió el colorido de las que
iluminaban la Catedral y un carruaje de cuento de hadas a las afueras del
Teatro Heredia. Al término del paseo volvimos a la Catedral y tomamos fotos
desde el Parque de Bolívar, de donde regresamos a la Plaza de los Coches y
tomamos una bebida en la terraza del café bar Donde Fidel, a una cuadra de
nuestro hotel y al final del Portal de los Dulces. Todavía después, y en medio
del bullicio, dimos un paseo a pie hasta la Plaza de San Pedro Claver, y no nos
subimos a dormir sino hasta las 11:30 de la noche.
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Plaza de los Coches.
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Plaza de la Aduana.
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Catedral de Cartagena.
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Carruaje de cuento de hadas.
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Plaza de San Pedro Claver.
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